David Trueba

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Un profesor de gimnasia fachoso y una profesora encantadora

David Trueba. Tierra de Campos. Anagrama 2017

David Trueba incluye en su novela, en dos ocasiones, relatos relacionados con la educación física y la gimnasia y eso es una buena noticia porque supone una cierta normalidad sobre la presencia en la literatura de la experiencia gimnástica o deportiva.

En primer lugar, habla de la gimnasia en los colegios de curas. En los Salesianos de Estrecho, concretamente. Yo estudie en los de la oposición, los de Atocha. A pesar de los diecinueve años que nos llevamos D. Trueba y yo, y el sistema político en que se desarrollan las historias (yo en una dictadura y él en una democracia, supongo que alrededor de 1985) reconozco muchas de las vivencias que narra.

“Todo empezó en un váter…” que nosotros también llamábamos meaderos, donde nos reuníamos a fumar. Esto es común en mi vivencia, aunque yo no fumaba. Y desde esa guarida comienza el relato de su vivencia con la gimnasia y su profesor.

 “…en uno de los cubículos nos escondíamos durante la clase de gimnasia. El profesor nos obligaba a dar veinte vueltas al campo de fútbol y él las corría también, empeñado en ganar siempre”.

Es una escueta y contundente descripción sobre la idea de gimnasia escolar en la que aparecen retratados todos los agentes:

—Los alumnos con inquietudes, distantes, escaqueados.

—La asignatura absurda: veinte vueltas al campo de fútbol”

—El profesor competitivo e infantil.

Tan tópica que no se si creer que lo que cuenta es verdad o es un guiño literario que navega a favor de la complicidad del lector. Sobre todo, sabiendo la impunidad que tiene lo que en una novela se dice y que no tiene por qué ser verdad; es suficiente con que lo parezca.

Sin embargo, estoy dispuesto a creerle: Ni la educación física se había renovado lo suficiente, seguramente los colegios de la iglesia mantenían prerrogativas especiales en la contratación del profesorado y podían prescindir de los recientemente licenciados en Educación Física, ni los intelectuales atisbaban otra perspectiva para la educación corporal que la manida dicotomía mente cuerpo.

En 1985 ya habían salido veinte promociones de INEF de Madrid y creo que alguna de otros centros de formación del profesorado de educación física, sin dependencias del Frente de Juventudes u otros fascismos. Y quienes llevábamos ya diez años dando clases nada teníamos que ver con lo que cuenta.

Más esclarecedor de la imagen que nos quiere dar de la gimnasia es lo que narra cuando recibe un premio en un concurso literario escolar por una alegoría pacifista

 “…don Dionisio, el profesor de gimnasia, me llevó a un aparte, pensé que iba a facilitarme por el poema, otros profesores lo habían hecho, pero fue, al contrario. ¿Qué tienes tú contra la bandera española?... Ese poema es una mierda y lo mejor que puedes hacer es arrancarlo y avergonzarte de haberlo escrito… y tú lo que te mereces es que vengan los moros o los franceses a invadirnos y violen a tu madre y a tus hermanas… venga a correr con los demás, me despidió con ese aire marcial que identificaba con su asignatura, pero que sepas que estas cateado en esta evaluación.”

No se puede discutir la veracidad de lo que se escribe en una novela, entre otras cosas porque puede no ser verdad. Ya lo he dicho, creo que es una vivencia real, porque si no lo fuera sería más preocupante, sería una idea actual de cómo son las cosas en la gimnasia.

Quien iba a decir al protagonista de la novela que su primer amor sería una estudiante de educación física. Aunque jugando con el disloque temporal que se genera entre los protagonistas de la novela y quien lo escribe, el autor sí que sabía que ese estudiante que se escaqueaba las clases de gimnasia se enamoraría de una profesora de educación física. Y esta es la segunda referencia a la educación física en la novela.

“Olivia dirigía los cursillos de natación para chavales…”

En su descripción repite la cualidad poderosa de Olivia (parece que se le ha colado la redundancia al corrector), tres veces en diez o doce líneas,

tan firme, tan poderosa,

…hombros robustos y brazos poderosos…

…sus piernas se alargaban firmes para terminar en los muslos poderosos.

Es estupendo que relacione la sensación física con un carácter firme, “tan segura de sí misma… sonrisa confiada…no coqueteaba… se deslizaba con naturalidad…” “Oliva era física, tenía respuestas desconcertantes, un contrapunto descreído con todo, podía burlarse de ti después de decirte algo hermoso.”

Es el amor de su vida y todo en ella le parece perfecto: “era poderosa también en la intimidad. A veces con la sola fuerza de sus muslos me inmovilizaba y no me dejaba ir…

Pues bien, Olivia “estudia INEF”. Ella y su amiga Vera. Y sorprende que un escritor que tiene que cuidar la precisión en el lenguaje caiga en el uso vulgar de esa expresión: "Estudia INEF", es decir: Estudia instituto nacional… Como si refiriéndose a otra carrera dijera estudia “facultad de…” o “escuela superior de…”

La educación física y el deporte se miran con distancia y, con frecuencia, se alimenta de tópicos y muletillas.

Es un alago que se considere a una persona inteligente y, en el caso de la novela, seductora, como “física”. Es más problemático que se identifique con caracteres autoritarios y fachosos.

Bueno. La imagen de lo físico no ha cambiado demasiado en el imaginario de los intelectuales. A pesar de la descripción de las inteligencias motrices y de que el esfuerzo, y el movimiento se estudie en universidades.

Cada uno que mire su responsabilidad y sus razones para que las cosas sigan siendo así.

 

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