Escrito por Luis Antolín el Publicado en ESPECTÁCULO Y ESPECTADORES.

Ángel S. Harguindey

El deporte, metáfora del mal

El deporte ilustra gran cantidad de metáforas de nuestro comportamiento y en él se retratan lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Para que retratara lo mejor se inventó y se hizo educativo, pero, en estos momentos, el retrato más veraz que hace el deporte de la sociedad es el de la impunidad con que se mueven en él “los malos”.

No pasarían muchos años de la existencia del fútbol, o de cualquier juego que le precediera, para que alguien viera en este enfrentamiento un trasunto de la guerra, antes de ver en él un negocio, o tal vez al tiempo porque, una cosa y la otra siempre han hecho ganar dinero a alguien. Este podría ser el punto de partida y esto es lo que nos viene a contar Ángel S. Harguindey en su columna “fútbol es fútbol”, de la sección. Lo que hace es comentar la serie televisiva “Todo por el juego”.

En primer lugar, desmonta aquello de “fútbol es fútbol”; una simpleza con la que se intenta destacar el carácter de juego azaroso, por encima de las circunstancias corruptas e inmorales que rodean al negocio. Luego se mete en terreno pantanoso y habla de la gran cantidad de delincuentes que lavan su cara y la pasta en el deporte. Entonces se lanza a dar algunos nombres de rapaces que han pasado por el deporte y los juzgados. Y aquí da un paso atrás porque el gran problema no son los que han sido descubiertos y juzgados sino la poca ejemplaridad de los castigos y que son más los que consiguen no pasar nunca por los tribunales a pesar de su evidente implicación en las tramas corruptas y su connivencia con los políticos; sin nombrar, porque a pocos les importa, la degradación que hacen de un juego que debía ser más ocio que negocio. Todo esto nos puede hacer llegar a la conclusión de que las leyes favorecen la trampa, en el fútbol y en la sociedad, y han creado un terreno propicio para la delincuencia en el que, los que han sido pillados, es porque no han sido lo suficientemente malos, ya que los peces gordos siguen en el poder como si éste fuera un territorio sin ley. Como si lo fuera, pero sin el cómo. Yo sigo creyendo en el juego como un territorio feliz y atractivo. Un espacio que deberíamos recuperar para los jugadores.

Últimamente aparecen numerosas denuncias literarias sobre la degradación del deporte, lo malo es que forman parte del carrusel mediático que engorda la popularidad del negocio. Tal vez sea hora de hablar bien del deporte, si es que puedo. U olvidarse de él y pensar que hay Educación Física más allá del deporte..

Ángel S. Harguindey “Fútbol es fútbol”, de la sección “En Antena” de El País del 8 de enero de 2019