PETER HANDKE y ANDREA CANEPA

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El deporte y la metáfora

Peter Handke escribió El miedo del portero ante el penalti, que no he leído, pero leeré. Sobre todo, después de haberme visto sorprendido por la cantidad de figuras literarias relacionadas con el deporte que usa. Para Peter Handke el deporte, para bien y para mal, es parte de la forma de vida. El espacio que ocupa, la presencia de los deportistas, lo que sucede en el deporte, lo que hace con nosotros y lo que hacemos con él, como suena, como huele. Él lo conoce y lo integra en descripciones y metáforas, con sutileza y la capacidad crítica que tiene a raudales. Lo raro es que los escritores no lo utilicen más a menudo. Si quieres explicar cómo es un lugar, no describas la iglesia, que posiblemente se hizo en el siglo XVIII o antes, describe el campo de fútbol, el rito que en él se oficia, a los fieles y a los oficiantes.

 

Estaba embebido en la lectura del primer libros de Handke que cayó en mis manos (El chino del dolor), leyendo y releyendo, porque en cuanto te distraes, te pierdes algo, disfrutando de la capacidad de observación, viendo y viviendo lo que él, escribiendo, se propone que vea y viva, sin saber demasiado bien si entendía con precisión cada párrafo pero seguro de estar en el lugar en el que quería que estuviera, cuando me di cuenta de que en sus paisajes, en sus lugares abundan los lugares deportivos, su luz y su sonido,

 “Justo detrás de la gran pared luminosa de la sala de tenis…. La sala resonaba con los pelotazos, advertencias y carreras”.

En el campo de fútbol resplandecía la luz de los focos, bajo la que los pájaros revoloteaban”.

Delante de éste se encuentra un campo deportivo… La baca de un coche aún llevaba los esquís

“El umbral de la casa sólo era un simple madero de pino silvestre con un profundo agujero producido por una rama, donde él y sus hermanos habían jugado muchas veces a las canicas mientras llovía.”

También forman parte del paisaje que describe las personas que corren por la calle,

“Desde el amplio campo abierto que comunica con el cementerio surgían cada vez más paseantes o corredores nocturnos.”

“En el punto de mira del desfiladero apareció una corredora, no como una suspensión, sino como un auge del vacío. Ahora era la belleza personificada, con pelo rubio y un chándal que en la oscuridad lucía como el azul una boca de riego."

Para explicar el ambiente de la Alemania de 1938, “Los equipos de fútbol se despedían con el reglamentario Sieg Heil” o “por la radio, 6,40 gimnasia”.

La descripción de los personajes, los sucesos que explican la acción, las sensaciones de un recuerdo, con frecuencia incluyen rasgos deportivos:

“Salí al encuentro de mi hijo, que tenía que estar en el camino de regreso del campo de deportes… así vi caminar a mi hijo bajo el cielo, la bolsa con el balón en la mano…”

“Pues bien, el día del nacimiento del hijo deseado, el adulto se encontraba en un campo de deportes cercano a la clínica.”

“Una visión así atraviesa el vano de una puerta de hormigón descendiendo hasta llegar al césped, aún vacío, de un inmenso estadio, al que, a despecho de la época del año –blancas nubes de vaho en todas las gradas-, la luz de los proyectores hace florecer con un verde jugoso, y donde, al punto, va a hacer su aparición, para celebrar un partido amistoso, un famoso equipo extranjero”.

Revisé lo que ya había leído y encontré imágenes y metáforas a las que no había dado importancia. Luego leí otros libros del mismo autor, los que he reseñado al principio, y seguí anotando, por ejemplo, las veces que utiliza los sucesos del deporte como imagen de las metáforas,

“Seguido de un estruendo parecido al choque unos palos de hockey.”

“En este caso el umbral tiene algo del trampolín de un deportista que salta.”

“Como la señal de” proseguir el juego” de un árbitro experto (que es alguien muy de este mundo.”

“El hombre avanza a paso gimnástico, como antiguamente hacían moverse los historiadores a las figuras a punto de tomar una decisión.”

“… y el perro dando vueltas a la puerta, enseñando la dentadura como un boxeador su goma protectora.”

“Los movimientos que uno llevaba a cabo en este trabajo, debido a la concienciación de que al mismo tiempo los estaban realizando otros seres, se ensamblaban formando un ritmo deportivo. “

Que alcanzar la cima de una montaña sea la imagen de la libertad lo nombra cuando quiere explicar las alegorías didácticas que utilizaba el fascismo como eslogan.

Posiblemente la metáfora que más me gusta sea cuando dice, “Mi actuación me dejó satisfecho… No fue de ningún modo una actuación, sino una reacción en el único momento posible, comparable al salto o lanzamiento de un deportista que por una vez tienen la certeza: ahora o ya nunca jamás”

Un jugador que se suspende en el aire, por ejemplo, con el brazo armado para lanzar una pelota a una portería, un aro o para rematar de cabeza un balón, no tiene marcha atrás y está abocado a terminar la acción y a ser juzgado por el resultado de su decisión.

Mis mejores maestros en algún momento me alertaron sobre el salto como decisión técnica, de la irreversible pérdida de contacto con el suelo. Carlos Álvarez me insistía: no te despegues del suelo hasta que no hayas agotado todos tus recursos para impulsarte, ya en el aire no te puedes impulsar más. Recuerdo a Le Boulch dirigiendo una clase de baloncesto, ¿Por qué saltas para coger la pelota? No es necesario y reduces el número de posibilidades para tu actuación posterior. Mantén el contacto con el suelo siempre que puedas.

Todo eso que aprendí para la técnica deportiva pensé que valía para la vida.

Peter Handke usa la imagen del deporte en sus composiciones literaria, pero también opina sobre el deporte y de sus opiniones sabemos un poco más del pensamiento crítico del escritor:

 “En su centro se encuentra el estadio de fútbol donde juega el equipo que antes se llamaba “Austria” y que ahora, como todos los clubs austriacos, lleva el nombre de la empresa que la que los jugadores perciben su dinero”

¿Y dónde estaban los vencedores olímpicos que merecieran algo más que un par de bravos, un gallardete y un toque de honor?

Este párrafo aparece cuando se pregunta quien merece el honor de ser inmortalizado por la literatura. ¿Hay muchos atletas que después del aplauso merezcan algo más? A mí se me ocurren algunos. 

Me gusta como explica lo que es el juego y el deporte para los jugadores, “Una tierra sin poder legislativo, sino reglas de juego…” El juego y el deporte como un terreno de desconexión, un momento en el que los propietarios de la norma son los jugadores y por eso su atractivo que se desvirtúa por el dinero y la fama.

No he reseñado en que libro aparece cada uno de los párrafos. Esto no es un artículo erudito. Si lo quieres saber tendrás que leerte todos los libros. Son cortitos y saldrás ganando.

Peter Handke. Desgracia impeorable. Alianza tres. 1ª edición 1972.

Peter Handke. El chino del dolor. Alfaguara. 1ª edición 1983.

Peter Handke. La tarde de un escritor. Alfaguara. 1ª edición 1987.

Peter Handke. Historias de niños. Alianza tres. 1ª edición 1981.

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Andrea Canepa. Margen de juego

Me llama la atención en la Galería Rosa Santos de Valencia una exposición que se llama Margen de Juego de la artista Andrea Canepa. Hace alusión al juego, que es ese terreno de la actividad corporal abandonado por la educación física, y al que dedico una buena parte de este blog. Dice Andrea Canepa que busca “señalar que toda lógica de organización, sea como sea, podría ser diferente”.

La exposición podría haber sido cualquier cosa diferente al interés por lo corporal, que es del aspecto del juego del que yo hablo, pero no. Habla de cómo se ve concernido el cuerpo por la realidad social y cultural a través de las condiciones normativas que el juego impone, a saber, las reglas y la interacción humana. La regla impuesta y normativa, que resulta punitiva y traumática cuando emana de la autoridad, se funde en el juego con fluidez y configura una dinámica que en muchos casos se aproxima al placer, el placer de jugar. 

En los fundamentos del proyecto artístico de Andrea Canepa, se nombra a Montessori, Pestalozzi y Rudolf Laban (creo que olvida a Piaget). Conocidos de la historia de la Educación Física y sin embargo incomprendidos y abandonados por la complejidad de sus propuestas. También aparecen Fröbel, Dienes, Kandisky y Klee que indagaron en la comprensión del espacio, los objetos, su dinámica, su comprensión lógica y, en su caso, su relación con lo corporal. Esta aproximación a lo coreográfico incluye a Schlemer y Roth. Todos estos, clamorosamente ausentes en la comprensión de la educación física.

Andrea Canepa nos recuerda como la experiencia corporal puede desarrollar las capacidades de abstracción, creatividad, y expresividad a partir de situaciones azarosas, sin sentido, desconcertantes que son abundantes en el terreno del juego y que se dotan de una lógica cambiante al definir las reglas adecuadas a cada momento, dependiendo de la edad, los intereses y las capacidades de los jugadores. Andrea Canepa propone la danza como un terreno de juego. Pero sin duda también el deporte y los juegos pueden ayudar al tránsito que educa a las personas a través del cuerpo (Until it lives in the Muscle, es el título de la performance más significativa de esta exposición).

Daba por terminado este artículo y me tropiezo con la misma idea leyendo a Peter Handke (El chino del dolor. Alfaguara). Dice que al jugar (un extraño juego de cartas) ve la tierra. Una tierra…que, a diferencia del Estado, no tiene poder legislativo, sino reglas de juego… Después explica que jugar le hace ser más perceptivo con el mundo exterior y (esto se deduce del conjunto del libro) situarse en el límite (y más allá) de las leyes reglas comunes que para tantas personas resultan inútiles y deshumanizantes. Aclara que no son las cartas lo que le produce esa sensación sino el juego.

Si somos críticos, esa humanización que se consigue jugando, es justo lo contrario que lo que se consigue con el deporte mercantilizado, al que se adorna de valores coincidentes con las normas del Estado.

Andrea Canepa. Margen de juego. Galería Rosa Santos. Valencia.

Peter Handke. El chino del dolor. Alfaguara. 1ª edición 1983.

 

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